Los Tuxtlas
Hechizo natural en tierra de brujos
Son cuatro comunidades llenas de magia y tradiciones, donde varias familias se han organizado para ofrecer servicios de ecoturismo, en un entorno natural de ríos, lagos, cascadas, selvas, manglares y playas.
El amanecer poco a poco ilumina una sucesión de altas montañas que alcanzan más de 1600 msnm, son vestigios geológicos donde la remota actividad volcánica dejó su huella en cerca de 300 conos basálticos.
Estamos en una región ubicada en el extremo sur del estado de Veracruz, que recibe uno de los más altos niveles de precipitación pluvial del país, entre 2000 y 4700 mm anuales, lo que significa agua suficiente para favorecer la presencia de exuberante vegetación y abundante vida silvestre.
Son tierras protegidas por la Reserva de la Biosfera los Tuxtlas, el paraíso tropical húmedo más norteño de América, territorio privilegiado que vio evolucionar a la cultura Olmeca, considerada la más antigua de Mesoamérica.
Los alrededores de la Sierra de Santa Marta son un mundo diferente, donde es posible compartir con sus habitantes parte de su cultura y forma de vida, dentro de la que han desarrollado más de media docena de proyectos enfocados a las actividades de ecoturismo.
Entre vegetación bien conservada, ríos, cascadas y lagos, es posible recorrer el corazón de las selvas donde estos pobladores han emprendido importantes labores de conservación, adoptando el ecoturismo como modelo productivo para la protección real del área. El resultado de este esfuerzo pueden disfrutarlo los visitantes a través de los paseos organizados en lugares como:
Las Margaritas. Lago, aves y petroglifos
La comunidad de Las Margaritas, emplazada en la porción noroeste del lago de Catemaco, es un lugar lleno de magia y cultura popular, donde varias familias han encontrado en el ecoturismo una forma de vida, dando la oportunidad de admirar de manera respetuosa el entorno natural, conocer sus cascadas, ríos y canales, selvas, manglares y parte del lago. Es un santuario de aves acuáticas, tanto locales como migratorias como los pichichis, patos provenientes de Canadá que llegan a este lugar por cientos; aquí se mezclan con las garzas blancas, gaviotas, pelícanos y cormoranes. Es un sitio ideal para la observación de aves, donde el guía nos explica su importancia en la regeneración de selvas.
Al empezar el recorrido, la bruma sube poco a poco. El vapor matutino, que sube de la superficie lagunar permite apreciar las siluetas de otras barcas y cayucos que salen de pesca. Nosotros debemos remar casi una hora para llegar hasta el Rincón Piedra Blanca, para admirar varias piedras labradas en tiempos prehispánicos con figuras de animales como el tapir, que ya desapareció aquí en los Tuxtlas. Más tarde, en tierra firme visitamos el sitio arqueológico El Chininal, la caminata es de casi 2 km a través de un sendero interpretativo, hasta llegar al lugar, lleno de montículos dispersos de pirámides y plazas. De regreso, todos tomamos un baño en el lago o en una pequeña cascada.
El Marinero. Selvas, ríos y saraguatos
En esta porción de los Tuxtlas, un grupo de emprendedores del ejido López Mateos, ha consolidado uno de los mejores proyectos ecoturísticos dentro de esta selva tropical. Es un poblado situado a orillas del río Coxcoapan. El ejido cuenta con la Reserva Campesina del Cerro El Marinero, una superficie rodeada de ríos, cascadas y alta vegetación, donde además de compartir las tradiciones y formas de vida de los habitantes, se disfruta de las leyendas del lugar y de platillos típicos, pero desconocidos para los visitantes, entre los que destaca la flor de palma chocho, la malanga, el colorín o y otras plantas locales. Aquí pudimos nadar en las aguas cristalinas del cercano río, para después comer langostinos en casa de un ejidatario.
El principal recorrido se realiza por un sendero interpretativo hasta la cascada y caminamos más de 500 metros, durante el cual un guía experto muestra los diferentes usos de diversas plantas medicinales, ornamentales o alimenticias; el sendero llega hasta la cascada de 57 m de altura. Después visitamos un mirador para observar aves como: loros, tucanes, oropéndulas, tángaras, mosqueros y muchas más; también un angosto sendero nos llevó hasta una cueva de murciélagos frugívoros. Por la tarde subimos al campamento El Marinero, donde apreciamos magníficos paisajes, y por la noche convivimos con un extraño mundo de sonidos de animales de hábitos nocturnos como tepezcuintles, armadillos, tapacaminos y búhos.
Miguel Hidalgo. Cascada y lago cráter Apompal
Ubicado a 27 km de la ciudad de Catemaco, la población de Miguel Hidalgo es una comunidad cafetalera rodeada por varios ríos, arroyos y pozas que invitan a disfrutar de sus aguas frescas y vivir su tranquilidad. Uno de sus principales atractivos es la cascada Cola de Caballo, una caída de 60 m que lleva agua todo el año y que en época de lluvia se torna imponente por su caudal; forma dos pozas, una de 12 m de diámetro y otra de 20, ambas ideales para nadar. En algunos senderos cercanos, el guía nos ilustra sobre las principales plantas y animales, así como sobre los usos que les dan los lugareños.
Para disfrutar de otro atractivo, pernoctamos en el campamento de El Apompal, conocido así por la abundancia de árboles llamados Apompo (Zapote de agua). Un camino empinado nos permite llegar hasta el pequeño lago volcánico de El Apompal, que recorremos por su orilla, bajo frondosos árboles. Toda el área está rodeada por densa vegetación e invita al descanso y conocer lugares, pues del campamento parten senderos entre naranjales y cafetales que perfuman el ambiente; estas brechas son transitables la mayor parte del año y por ello se realizan caminatas para buscar grupos de monos aulladores. Al final, visitamos un vivero atendido por mujeres de Miguel Hidalgo, donde es posible comprar plantas de ornato de la región.
Sontecomapan. Cascada, selva, manglares y mar
Al final llegamos a Sontecomapan, ubicado 20 km al norte de Catemaco, en la unión de las aguas del Golfo de México y los aportes de ríos como el Sábalo, Coscoapan, Chuniapan, Yahualtajapan y el mismo Sontecomapan, que forman una laguna de 12 km de longitud.
Esta laguna orientada de norte a sur, tiene aguas salobres rodeadas por enmarañada vegetación de manglar, donde se puede observar fauna común del trópico, como el martín pescador, el milano y el halcón tegogolero; aquí se puede admirar el raro espectáculo de esta halcón que se alimenta de los caracoles llamados Tegogoles, que también consume el hombre.
Cerca del poblado existe una pequeña cascada y también está la Poza de los Enanos, sitios ideales para refrescarte en medio de la selva tropical. Pero lo mejor es realizar el recorrido en lancha por la isla de las Aves y el Río de los Cangrejos: en este recorrido admiras la riqueza de los manglares con su variada fauna, desde aves acuáticas hasta cangrejos rojizos que sólo son perturbados por el paso de las lanchas. Al final, llegamos a la playa de la Barra de Sontecomapan, después de atravesar toda la laguna y sus coloridos paisajes. En la barra, cada uno se dedica a lo que mejor le acomode, como nadar en el mar, tomar una bebida fría, comer un pescado fresco bajo una enramada o tirarse en la arena para disfrutar del cálido sol veracruzano.
Es hora de regresar a nuestras actividades cotidianas y también de reconocer que, varias comunidades de los Tuxtlas, han optado por el más auténtico ecoturismo y emprendido una enorme labor de sustentabilidad, al aprovechar de manera óptima los recursos naturales, al tiempo que se regenera o conserva la selva. Aquí, puedes disfrutar de recorridos con personas que contribuyen a la conservación del lugar a través de la participación colectiva. Por ello, visitar esta región llena de magia es fortalecer estos proyectos, ya que con el aporte de nuevos recursos, se seguirá protegiendo el entorno natural, al tiempo que mejora la calidad de vida de todos sus habitantes. Un lugar mágico digno de conocer.
Recomendaciones
Llevar impermeable, repelente, agua, binoculares, bloqueador solar, cámara, ropa y zapatos cómodos.