El estado de Quintana Roo
Entre arena blanca e historia; meciéndose en su hamaca de mecate desde la cultura ancestral hasta las noches sin fin y el desboque de la alegría, se mueve este antiguo territorio que fuera ocupado por los mayas, hoy estado progresista que basa su economía en la actividad turística…
Sentado frente al mar medito; busco en los últimos reflejos turquesa las palabras, me relajo y respiro. Todos los calificativos parecen no ser suficientes para describir la belleza de un estado que lleva en su sangre el coraje maya, en su piel el verde de la selva, en sus ojos el turquesa del Caribe mexicano y en el alma recuerdos que dejan los ojos razados por las lágrimas e irónicamente se mezclan con una sonrisa. Es el sentimiento de lo que fue y lo que es ahora este otrora territorio, entonces imposible de acceder, hoy imposible de dejar.
Quintana Roo es -junto con Baja California Sur-, el estado más joven de la Federación mexicana, apenas proclamado como tal en 1974. Con sus 50,000 Km2, colinda al oeste con Yucatán y Campeche; al norte con el Golfo de México; al sur por un lado con el río Hondo, que limita su territorio de Belice, y por otro con las piedras llamadas “Mojoneras”, que lo separan de Guatemala; al oriente se deja bañar por el llamado Caribe mexicano, de aguas cristalinas que con su colorida gama de turquesas embelezan, y que debajo de ellas guarda uno de los más grandes tesoros naturales de México y el mundo: la cadena arrecifal mesoamericana.
Desde su creación, en 1902, el entonces territorio de Quintana Roo vivió momentos históricos que han quedado plasmados en testimonios de papel, ya que los verbales se han ido acallando conforme se han marchado los quintanarroenses más añejos.
Durante el período post clásico del imperio maya, fue una zona densamente poblada, lo que se adivina en su gran cantidad de sitios arquológicos: Chacchoben, Chakanbakán, Chamax, Cobá, Dzibanché, Ichpaatán, Kohunlich, Muyil, Oxtankah, Tankah, Tulum, Tupak, Xel-Há y Xcaret. De ellos, Tulum es la tercera zona arqueológica del país en número de visitantes del País, caracterizada por su arquitectura amurallada y los templos El Castillo, el del dios descendente y de los Frescos; por su parte, Cobá es considerada una de las zonas arqueológicas más importantes por sus vestigios excavados y el potencial que falta por investigar. La pirámide Nohoch Mul es un bello castillo de 9 hileras; los mascarones de estuco adornan a Kohunlich; Dzibanché y Kinichná son dos zonas mayas de recientemente apertura al público.
Con la creación de los municipios de Cozumel, Isla Mujeres y Payo Obispo, cambia la división política del estado. Fue adherido a Yucatán y Campeche por un tiempo, volvió a ser independiente y en 1964 inició la expansión de la red carretera hacia el norte del Territorio para comunicar Felipe Carrillo Puerto con Tulúm y Playa del Carmen.
Comenzaba a vislumbrarse que el futuro económico de la entidad sería el turismo, pero faltaban años para que esto ocurriera plenamente.
Por esas épocas se inicia la planeación de Cancún, desarrollo de FONATUR, sin duda el más exitoso, que aunque en su creación -ausente entonces de conceptos como el desarrollo sustentable- impactó el ecosistema, pero que pagó con creces a sus habitantes al llevar una economía nunca imaginada al nacer Cancún y empezar a forjarse la Riviera Maya.
El estado es considerado principalmente como un destino de playa, aunque el turismo cultural y el ecoturismo son parte importante de las estadísticas en cuanto a número de visitantes, aunque su derrama económica puede ser menor.
Para quien busca los dorados rayos del sol, reflejados en arenas finas casi transparentes, y un mar quieto y de matices inverosímiles, la oferta de Quintana Roo es enorme. Comienza con el icono turístico de la entidad: Cancún, que a nivel mundial está considerado como uno de los destinos de playa más importantes. Sus hoteles, Spa, campos de Golf, restaurantes y clubes nocturnos, independientemente de sus ya mencionados atractivos naturales, lo han hecho un lugar preferido por el turismo.
No obstante, el rápido crecimiento de Playa del Carmen y el desarrollo de la Riviera Maya como un destino Premium por sus hoteles boutique, lo apartado de sus centros hoteleros, la belleza de sus courses de Golf frente al Caribe y su afamada hospitalidad, han convertido a este corredor ubicado en el Municipio Solidaridad (corredor Cancún-Tulúm) en el principal competidor actual del núcleo turístico del estado.
Más al sur, la Costa Maya, que comprende el litoral de Punta Herrero a Xcalac, se ha venido desarrollando como un segundo competidor de Cancún, aún discreto aunque con grandes atractivos.
Quines, a pesar del tiempo han no sólo mantenido su lugar como destinos prioritarios del estado son Cozumel e Isla Mujeres. Ambas superficies insulares remontan su ocupación a épocas prehispánicas; de hecho la primera fue es el primer sitio tocado por los hispanos en su aventura conquistadora hacia las tierras de Anáhuac.
Cozumel es la isla habitada más grande del país, el quinto sitio de buceo más importante en el mundo y uno de los primeros receptores de cruceros en América, además de ofrecer increíbles mosaicos escénicos que en lo personal, considero incomparables; ya por su toque costeño en vías de extinción; ya porque en una superficie mínima guarda una magna historia.
Isla Mujeres, con su zona de buceo El Garrafón, es un centro turístico que mezcla la tranquilidad isleña con la vida nocturna, durante la cual, en las madrugadas, puede verse al otro lado del mar el resplandor de Cancún, como un gigante vigilante, como un espejismo causado por los mareos del tequila, la música, el aire tan limpio y la sensación de libertad de esta prisionera del Caribe Mexicano.
Imposible dejar de mencionar algunos sitios menores, por llamarles de alguna forma, que son verdaderas obras de arte de la naturaleza y que algún dios maya ha mantenido preservadas del hombre: Isla Contoy (la más norteña y oriental de las tierras de Quintana Roo), Sian Ka´an, reserva de la biosfera que es uno de los principales humedales mexicanos y Banco Chinchorro, lejano a la costa, santuario de la fauna marina, caja de cristal de los bancos coralinos más hermosos y cementerio de buques tan heterogéneos que van desde los construidos en madera, tripulados por corsarios, hasta los fuertemente armados barcos de guerra alemanes, que por una razón obviamente ajena al turismo decidieron, o los obligaron, a dormir eternamente sobre la plataforma arenosa de este oasis de los buzos internacionales.
Al sur, lejana al bullicio de los “spring breaker”, sin el halo millonario de las suntuosas embarcaciones que llegan al norte estatal, está Chetumal, que sin embargo guarda su dignidad de centro político de la entidad. Es una ciudad tranquila con todos los servicios e infraestructura hotelera, base para visitar sitios como Bacalar y su santuario de Manatíes, Palmar, Xcalac, Mahahual, etc y sitios arqueológicos importantes como Kohunlich, Dzibanché y Kinichná.
De nuevo quedo pensativo y creo que ha sido demasiado lo descrito, pero no, podría decirse mucho más de Quintana Roo, de sus museos como el de la cultura maya, en Chetumal; como el de Historia, en Cancún; como el arqueológico-marino en Punta Sur, en Cozumel; en fin, de tantos y tan interesantes sitios donde aislarse en sus esferas de cultura.
Festejado por carnavales, musicalizado por la trova yucateca en una interesante fusión con los sones cubanos y el Maya Pax; aderezado por una gastronomía rica en mariscos y con gran herencia de Yucatán y Belice, Quintana Roo vive hoy con los brazos abiertos al turismo, actividad que fue un parte aguas entre el lento y asoleado andar de hace 100 años y el vertiginoso ritmo que hoy lo mueve, con la brújula apuntando al crecimiento, moviéndose con la marea, como bailando.