El Palacio Postal
Todo un siglo de historia postal, se encuentra en la Ciudad de México, en un bello edificio cuyo estilo arquitectónico afrancesado corresponde al siglo XV, de clara influencia virreinal, conocido como el Palacio Postal, la Quinta Casa de Correos o la Administración número uno.
Fue en 1901, al convertirse en Dirección General de Correos, antes Administración General de Correos, que el Ministro de Comunicaciones y Obras Públicas, Francisco Z. Mena y el Director General de Correos, don Ramón de Zamacona e Inclán, plantearon la apremiante necesidad que tenía el servicio de correos de contar con un edificio propio, acorde a la importancia de sus funciones y al volumen de piezas postales que se manejaban en ese momento, que llegaba aproximadamente a 130 millones.
El entonces Presidente de la República, general Porfirio Díaz, fue el encargado de la inauguración de este inmueble el 17 de febrero de 1907; localizado en la esquina del Eje Central y Tacuba, y actualmente es parte del basto patrimonio del Centro Histórico, ya que representa uno de los valor artísticos y culturales más importantes para los mexicanos.
El Palacio Postal lo construyeron el ingeniero militar mexicano Gonzalo Garita y Frontera y el arquitecto italiano Adamo Boari Dandin, en el lugar que ocupaba el antiguo Hospital de Terceros Franciscanos, en una superficie de 3 mil 684 metros cuadrados.
Por la poca resistencia del subsuelo de la ciudad de México, se utilizó el sistema de ligar columnas y viguetas de acero, lo que garantiza la estabilidad del inmueble, tanto así que los sismos de 1985 y las obras realizadas en la línea 8 del metro, no lo afectaron en lo más mínimo.
El Palacio Postal, también conocido como "Quinta Casa de Correos", por ser la quinta sede que ha tenido el correo en México, es sin lugar a dudas uno de los palacios más espléndidos, no sólo de la Ciudad de México, sino de todo el país. En su construcción no se escatimaron recursos ni detalles, fue la síntesis de la creatividad de profesionales de la arquitectura y la ingeniería con el ingenio, buen gusto y profesionalismo de artesanos mexicanos que plasmaron su arte en cada piedra, pedazo de madera o metal.
Pensado desde un principio como un moderno y funcional edificio de correos, acorde a las necesidades de principios de siglo, conjuga la belleza de los elementos estéticos con las técnicas más modernas de construcción del momento, característica que lo hace único en su tipo.
El inmueble se encuentra lleno de obras de arte, ornamentado con mármoles y trabajos de escayola en sus bellas columnas, así como de fina cantería en su hermosa fachada, piedra de cantera blanca de Pachuca.
La fachada cuenta con un centenar de ventanales, algunos coronados por querubines y leones alados que flanquean dos escudos de armas; 15 faroles florentinos con dragones alados lo iluminan de noche y cuatro puertas metálicas permiten el acceso a su interior.
La marquesina de la entrada principal es de hierro forjado, la unen cadenas rematadas por dos cabezas de león y, sobre una puerta, tallados en cantera, los bustos de dos minotauros y en otra, el escudo nacional de la época: un águila de frente con las alas desplegadas.
De su interior destacan el piso, las escaleras y los lambrines de mármol; los barandales de hierro forjado y bronce ornamental procedentes de Florencia y la magnífica obra de carpintería de puertas, ventanas y pisos de parquet en sus diferentes salones.
En uno de los salones, un fino detalle de decoración lo constituyen 12 frescos de Bartolomé Calloti, realizados al temple sobre una base de oro de 24 kilates, con motivos alusivos a la historia de la comunicación escrita y el envío de mensajes en 1905; en las fachadas, las gárgolas y detalles de los pórticos, y la herrería de bronce dorado elaboradas en la Fondería Pignone de Florencia, Italia.
Tanto las escalinatas centrales como los muros están adornados con las banderas y escudos de las naciones que integran la Unión Postal Universal, así como las fechas más importantes para el correo mexicano.
El edificio cuenta también con un museo postal, donde se exhiben piezas de diversos equipos, buzones y valijas utilizados a lo largo de la historia del correo mexicano, así como una exposición filatélica permanente, contando además con servicio de biblioteca que desde 1887 se proporcionaba en otro edificio, se instaló en el interior del Palacio Postal en 1954; su acervo lo componen más de 8 mil volúmenes, una hemeroteca y cientos de documentos históricos entre los que figuran la cédula del establecimiento del primer correo en México en 1580.
Actualmente, la Administración de Correos número uno, brinda los servicios de correspondencia en todas sus modalidades, giros, reembolsos, seguros postales, paquetería internacional, mensajería nacional y extranjera, venta de estampillas, todo ellos a través de 53 ventanillas para atención al público, además de ofrecer unos 11 mil apartados postales, la mayoría utilizados por firmas bancarias y comerciales.
Considerado como un edificio clásico del academicismo ecléctico de principios del siglo XX, por mezclar los estilos plateresco isabelino anterior a la conquista con el gótico veneciano predominantemente, el Palacio Postal fue declarado Monumento Artístico en mayo de 1987.
A través del tiempo, con el uso, la contaminación ambiental, la pérdida de elementos originales en su interior y las modificaciones que alteraron su diseño arquitectónico, se hizo necesario someterlo a un detallado proceso de restauración y rescate arquitectónico para devolverle su esplendor original. Los trabajos de restauración se iniciaron en la década de los noventa.
El edificio cuenta con cuatro niveles, la planta baja funciona desde el 17 de febrero de 1907, como la Administración de Correos número uno en el Distrito Federal, abierta al público incluso sábados y domingos. Nunca, desde su apertura, ha dejado de funcionar o prestar el servicio de correos.
La Secretaría de Comunicaciones y Transportes y el Servicio Postal Mexicano, crearon en el año 2002, dentro de las instalaciones del Palacio Postal, el Centro Nacional e-México, que brinda servicios de educación, salud, economía y gobierno con el uso de internet.
Un siglo se dice fácil, pero puede además vivirse visitando este recinto que nos heredó una época de creaciones majestuosas, pletórico de historia, cultura y arte.