Ciudad Mier
Pueblo Mágico en la Frontera
En medio de una atmósfera acogedora y tranquila, se desenvuelven las calles de Mier, pueblo en que se conjugan historia, arquitectura, gastronomía y espléndidos parajes de caza y pesca, atractivos suficientes para que el visitante quede prendado del lugar y de la calidez de la gente de este único pueblo mágico fronterizo.
Su historia no es muy antigua, ya que fue fundado en 1753, llamándose Paso del Cántaro, para luego ser Estancia de Mier, sin embargo el pueblo fue protagonista de la expansión novohispana en Texas, de la guerra contra Estados Unidos en el siglo XIX y del desarrollo fronterizo. Por ello es el corazón histórico y en definitiva, el pueblo más interesante de esta región del río Bravo, a 106 kilómetros de Reynosa y a 154 de Monterrey.
Este tranquilo Pueblo Mágico, es grande en la hospitalidad de sus habitantes y en su gastronomía, que es muy propia, ya que tiene deliciosos platillos poco conocidos para el resto del país.
Lo mejor para conocer
El punto de referencia aquí es la Plaza de Armas, un amplio espacio arbolado y decorado con un bonito quiosco porfiriano octagonal de hierro. Ahí se encuentra la Iglesia de la Purísima Concepción, templo terminado originalmente en 1796, aunque después sufrió varios cambios arquitectónicos. Su material predominante es la piedra arenisca y consta de tres naves. Sus torres son desiguales, porque la más alta fue un agregado del siglo XIX. Su portada tiene un notable juego de relieves, entre los que destacan la insignia franciscana y la imagen de un pelícano, alusiva a Jesucristo.
Al otro lado de la plaza está la llamada Casa de las Columnas o Edificio Consistorial, que a lo largo de la historia ha tenido múltiples funciones: ayuntamiento, cárcel y templo masónico. Su construcción data del siglo XIX y destaca por su gruesa cornisa moldurada y ondulante y su corredor de seis arcos, que abarca toda la parte baja de su fachada.
Unas cuadras al sur de la plaza, está la Capilla de San Juan Bautista, un pequeño templo edificado en 1835. La piedra de tono café claro que recubre por entero su fachada y su simpática torre de campanario de dos cuerpos, le otorgan un encanto muy especial.
Una de las actividades importantes son la costura y el bordado; se hace ropa, tapetes y piezas decorativas para el hogar. Una actividad que las manos artesanas han rescatado es la alfarería, aprovechando que las arcillas locales son muy variadas y producen barros de siete colores distintos.
También hay varios guisos locales deliciosos, como el cabrito en salsa y el caldillo fiscaleño, hecho a base de carne seca; su nombre se debe a que fue la comida preferida de los empleados aduaneros del río Bravo, llamados fiscales. Los panes de Mier son de una calidad y variedad que difícilmente se iguala en otros lugares de México; algunas delicias que salen de los hornos locales son las semitas, el pan de campo, las empanadas rellenas de calabaza y cajeta, el pan de elote y los polvorones. Hay que probar también las tortillas de harina, los atoles de pinole y de arroz con pasas, así como los tamales de elote. Y para los amantes de los postres, nada como las tortillas de azúcar, los tamales de dulce, el dulce de frijol, la calabaza en tacha y las masitas de azúcar y piloncillo.
El puente internacional más cercano está en Ciudad Miguel Alemán, a 14 kilómetros. Conecta con Roma, Texas, y la carretera federal 83, paralela a la mexicana 2, que va a Laredo y McAllen, Texas. Cabe mencionar que durante el siglo XIX los barcos de vapor llegaban hasta Mier cuando el río Bravo llevaba mucha agua.
Es un pueblo entre tres ríos: el Bravo, el Álamo y el San Juan, que llenan de vida los alrededores de Mier. La fauna local es abundante y variada, lo cual hace de esta región un punto privilegiado para el turismo cinegético; el venado cola blanca, la codorniz y la paloma de ala blanca es lo que más atrae a los amantes de la cacería.
Cada río cuenta con una presa cercana, en el Bravo está la famosa presa Falcón, que cuando disminuye el nivel del agua, hace más visibles las ruinas de Guerrero Viejo y los magníficos restos de su iglesia de San Ignacio de Loyola, con más de 200 años de antigüedad. Al sureste la presa El Azúcar, está alimentada por el río San Juan y sobre el río Álamo, que baja de las sierras neoleonesas, se ubica la presa Las Blancas. Estos tres grandes cuerpos de agua están pletóricos de lobina negra, carpa, mojarra y otras especies muy codiciadas en la pesca deportiva. En sus riberas hay numerosos restaurantes, hoteles, embarcaderos y servicios turísticos.
Otros atractivos del pueblo son, en las afueras de Mier, un manantial de aguas sulfurosas próximo a abrirse y un antiguo y peculiar puente colgante sobre el río Bravo, en la cercana ciudad Miguel Alemán.
De sus festividades, son tradicionales las llevadas a cabo de marzo a abril, cuando se festeja la Semana Santa y se lleva a cabo la tradicional procesión del silencio, además de un Vía Crucis viviente. El 21 de junio se celebra la Fiesta de San Juan Bautista, que se realiza en el centro con una gran kermés, además de haber misas y procesiones.
Para llegar a este bello Pueblo Mágico desde la ciudad de Reynosa, se toma la carretera No. 2 rumbo a Nuevo Laredo y de la ciudad de Monterrey, hay que tomar la carretera No. 54.