En cada viaje hay un aroma que se queda grabado para siempre: el dulce de un mercado local, la calidez de un postre recién hecho, la frescura frutal de una playa tropical. Y justo ahí es donde la Generación Z ha encontrado su sello personal. Porque para ellos, oler bien ya no es solo parte de la rutina: es parte del viaje, de la aventura y de la forma en que exploran el mundo.
Mientras que por años las fragancias masculinas se movieron entre notas amaderadas o acuáticas —clásicos que recuerdan a bosques o mares—, hoy la tendencia se inclina hacia lo gourmand: aromas dulces, cálidos y sensoriales que evocan destinos placenteros y memorias de viaje. Cereza, durazno, vainilla, praliné… notas que despiertan antojos y emociones como si fueran postales aromáticas. No es casualidad que el 68% de los jóvenes prefiera fragancias distintas: buscan algo que hable de su historia, de sus aventuras y de quiénes son.
Esta tendencia que nació en la perfumería de lujo ahora se vuelve parte del equipaje diario gracias a AXE, que, junto a perfumistas de casas como Givaudan y Firmenich, creó su Fine Fragrance Collection: una propuesta accesible, moderna y perfecta para quienes quieren viajar —literal y figuradamente— con un aroma memorable.
Entre sus fragancias, Cherry Spritz y Peach Infusion son como dos destinos imperdibles.
Cherry Spritz combina la jugosidad de la cereza con la manzana roja, evocando un paseo por mercados vibrantes y una tarde cálida en cualquier ciudad cosmopolita.
Peach Infusion mezcla durazno fresco con vainilla, como un respiro dulce en un viaje de verano o un momento de descanso frente al mar.
Son fragancias para quienes quieren que cada día —y cada viaje— cuente. Que su aroma sea un recuerdo, una vibra, una carta de presentación en cualquier destino.
AXE entiende que la Gen Z busca fragancias que acompañen su estilo de vida nómada, curioso y auténtico. Aromas premium, accesibles y pensados para quienes quieren explorar el mundo sintiéndose ellos mismos.
Porque si algo es cierto en cualquier travesía, es que oler bien no basta: la verdadera experiencia es oler delicioso.