Cuicuilco
Asentamiento sureño de la capital
Inmersa en la selva urbana, al sur del Distrito Federal, casi anexa a la Universidad nacional Autónoma de México y ubicada entre importantes vialidades como Periférico Sur e Insurgentes, se encuentra, flanqueada por modernos conjuntos urbanos como la Villa Olímpica y el Centro Inbursa, la zona arqueológica de Cuicuilco, donde los antiguos hombres elevaban cantos y ruegos con la intención de convertirse en dioses.
Hace más de 6 mil años, los lagos de la cuenca de México eran de menor tamaño y mayor riqueza natural, lo que motivó que pequeñas aldeas se asentaran alrededor de ellos. Dos mil años después, entre 3 mil 500 y 4 mil a. de C., un cambio climático provocó que el nivel de estos mantos acuíferos se elevara considerablemente, debido a las constantes lluvias.
Esto desencadenó enormes éxodos, en busca de lugares más altos para que las personas pudieran protegerse. Una de estas aldeas migrantes era el antecedente inmediato de lo que hoy se conoce como la cultura cuicuilca, llamada también como cultura de los cerros.
En su andar, decidieron ubicarse en el delta de dos ríos: el Zacatépetl, hoy avenida Periférico, y el Cuicuilco, hoy avenida San Fernando. A esta ocupación territorial la acompañaría un elemento que, tiempo después, se convertiría en motivo de devoción: el volcán Xitle. Su origen data del año mil 200 a. de C.
Los cuicuilcas tuvieron su gran acierto en la rigurosa observación que hicieron del medio, y aprovecharon las tierras cercanas a los volcanes por su riqueza mineral, gracias a lo cual comenzaron a desarrollar la agricultura.
Sus principales siembras fueron de calabaza, chile, chícharo y maíz, factor, entre muchos otros, que les permitió el control económico del sur de la cuenca de México. Además, la cuicuilca fue una cultura dedicada a la caza, pesca y recolección, alejada de las guerras e identificada con la paz.
Son pocas las piezas arqueológicas que se han encontrado relacionadas con la guerra como el Atlatl, una especie de lanza proyectada por una base que, en combinación con el brazo humano, lograba recorrer grandes distancias y ocasionar graves daños. Los cuicuilcas la utilizaban exclusivamente para cazar animales.
A esta civilización se le reconoce por sus altos conocimientos en la astronomía y la arquitectura, debido a que fue la primera gran ciudad ubicada en el altiplano central mesoamericano y sus construcciones se caracterizan por ser monumentales, además de pertenecer al tipo cívico-religioso.
En la actualidad, se tienen identificados ocho edificios en la zona arqueológica, de los cuales el Gran Basamento es el principal, y se cree que, en su origen, podía albergar hasta mil personas en un acto ceremonial. Esta construcción es parte de un marcador solar según las investigaciones que se han realizado a partir de fotografías satelitales que permiten tener una perspectiva total de la parte superior.
A la estructura se le relaciona directamente con el volcán Xitle, por su forma redonda, y está dedicada al dios Huehetéotl, del cual se han encontrado representaciones en forma de incensarios con figura humana arrodillada, que carga a sus espaldas una vasija.
Además del basamento, está el edifico llamado Heizer, debido al nombre del investigador que realizó las primeras excavaciones en él, por el año de 1996; a estos los acompañan construcciones de uso habitacional y troncocónicas, utilizadas para el resguardo de semillas y otros menesteres.
La zona alberga también una gran variedad de plantas medicinales y flores características del lugar como los “mayitos” que, al florecer, indican el inicio de la temporada de lluvias, así como especies de fauna características como el tlacuache, la sincuate, la víbora de cascabel, águilas, camaleones y el cacomixtle.
Su museo de sitio, compuesto por cinco salas, expresa tanto la historia del lugar como su riqueza arqueológica, con piezas de obsidiana y cuentas, así como entierros y ofrendas. En el mismo, se pueden identificar distintos momentos en los que se llevaron a cabo intervenciones en el lugar.
En la periferia del gran basamento, se localiza el antiguo museo subterráneo, que consiste en una especie de túnel donde se han llevado a cabo exposiciones fotográficas y de piezas arqueológicas, proyecto que se pretende retomar en un futuro.
Actualmente, se llevan a cabo distintos programas en la zona como el de Flora y fauna endémica, el rescate del Atlatl y un plan permanente de prevención de incendios forestales, ya que la zona es considerada uno de los pulmones naturales de la ciudad.
El sitio arqueológico de Cuicuilco, próximo a declararse como Zona de Monumentos Arqueológicos, registra cerca de 5 mil visitantes mensuales y es considerado como una gran oportunidad para poder comprender, de una mejor manera, el origen de otras culturas como la Teotihuacana, debido a la migración de cuicuilcas a ese lugar.
Su estrecha relación con la capital de la república, ha hecho de esta ventana al pasado, un lugar cosmopolita, de manera que en ella se han filmado películas de la llamada “época de oro” del cine mexicano, así como documentales y actividades propias de las urbes.
Cuicuilco, cuyo nombre significa “lugar donde se hacen cantos y danzas”, llegó a ser muy importante, con una sociedad avanzada y jerarquizada en campesinos, artesanos, sacerdotes y gobernantes.
Alrededor del año 400 d.C., el volcán Xitle, ubicado en las inmediaciones de la serranía del Ajusco, hizo erupción sepultando y destruyendo lo que aún quedaba de Cuicuilco y de otro importante centro ceremonial: Copilco, desastre que provocó la dispersión de la cultura cuicuilca hacia Toluca y a Teotihuacan.
Para el turista cultural o tradicional, el sitio es una visita obligada en la Ciudad de los Palacios, de los que uno, seguramente, puede ser considerado el basamento de esta zona que nos dice tanto acerca de nuestro pasado.