Leyenda de la Laguna de Guatavita


Laguna de Guatavita

Para comprobar que una leyenda trasciende al plano de lo fantástico, sólo hay que salir de la ciudad de Bogotá, Colombia, por la autopista norte o por la vía a La Calera y encontrarse con la Laguna Sagrada de Guatavita, donde surgió la leyenda de El Dorado o Eldorado, la cual hizo que en el siglo XVI los conquistadores españoles llegaran a este territorio en busca de joyas y oro.

Hechos fantásticos

Los relatores de estos hechos y el escenario donde sucedieron se localizan a 75 km. de la capital colombiana, aproximadamente a una hora de recorrido. Ahí se encuentra la Laguna Sagrada de Guatavita  que fue el sitio ceremonial en el que los indígenas adoraban a Chie, la diosa del agua y donde el antiguo pueblo chibcha estableció su compleja industria orfebre.  Hay que decir  también que el lugar se ubicaba en las faldas del cerro Montesillo, donde se desarrollaban los ritos a la diosa del agua, por medio de fastuosas ceremonias que originaron la leyenda de El Dorado y según la cual el cacique muisca llegaba acompañado de cuatro sacerdotes en una balsa de madera, antes de sumergirse impregnado en oro y cargado con los tesoros que recogía de la comunidad, con el fin de abandonarlos en el agua como ofrenda y símbolo de adoración. Para los nativos el trabajo en oro no representaba valor económico sino una forma de acercarse a sus dioses.

Símbolos de adoración

Dicha historia llegó a oídos de los conquistadores españoles, quienes organizaron expediciones para llevarse las joyas preciosas que los antepasados colombianos diseñaron con sobrado ingenio durante muchos años.

Se dice que durante uno de los primeros saqueos ordenados por Felipe II se extrajeron catorce cargas de oro. Bajo tal codicia, los españoles pretendieron desaguar la laguna varias veces, hasta que los altos costos de las misiones los hicieron claudicar, pero ya cuando habían conseguido la mejor parte del botín. Fue mucho y muy pesado el oro que se llevaron y muy poco el que se ha podido recuperar.

Un viaje a Guatavita es una encantadora experiencia que involucra la práctica de deportes náuticos en el embalse; el avistamiento de aves y las caminatas ecológicas por los senderos demarcados de la laguna; y el paseo peatonal por la reciente población, que además de historia alberga el trabajo de artesanos contemporáneos que muy bien trabajan la cerámica y la lana virgen, y continúan adorando  a Chie, la diosa del agua.

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