Gastronomía Mexicana
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad
De norte a sur, desde la carne asada del noroeste, hasta la sopa de lima del sureste, el territorio nacional es una invitación a viajar por los sabores de este hermoso país….!Viva México, señores!
Notas de felicidad, armonía y nostalgia invaden la atmósfera. Es momento de festejar, de recordar y brindar por lo que fue, lo que es y lo que será. Porque todos hemos sido protegidos por la misma tierra y después saciados por sus frescos frutos.
La luna, fiel admiradora de esta tierra, le regala una linda sonrisa, tan blanca que con ella basta para iluminar el festejo completo. Los invitados agradecidos por el maravilloso detalle se muestran gozosos. El chocar de copas se vuelve evidente, precedido de frases cortas emitidas a todo pulmón: ¡Salud! y ¡Viva México! Señal de que los placeres terrenales, entre ellos la gastronomía, han logrado seducir a los presentes.
Alegría y buena sazón
No se hable más de problemas, de corrupción ni de abusos. Los hijos del maíz se han dispuesto a disfrutar, augurando en sus conversaciones mejores momentos para la nación. Copas llenas de mezcal, cerveza, tequila o pulque se vacían y se vuelven a llenar. Y con ellas, cacahuates enchilados, charales fritos y chito se consumen a la par. La música no deja de sonar y no lo hará mientras la luna esté para mantenerla viva.
Misteriosos aromas roban la atención de los sentidos. Será porque en los comales, ollas y asadores que circundan a la multitud, varias delicias se cocinan.
Mujeres provenientes de todos los rincones se han reunido junto con la luna, trayendo desde lejos hierbas, quelites y chiles que sólo en sus pueblos conocen. Comparten entre ellas el gusto de saber que por esa noche serán las responsables de ofrecer el vivo recordatorio de lo bien que sabe el ser mexicano, esperando cual mago, a la hora de presentar su truco maestro, la expresión de asombro y satisfacción del público al momento de degustar el primer taquito o platillo de la noche.
Risas, carcajadas, chistes, gritos de alegría y esperanza, vivas, momento de compartir, de celebrar, de olvidar, además de una deliciosa sazón serán los ingredientes ideales para confeccionar el platillo perfecto.
Plazas, kioscos, escuelas, zócalos, patios, jardines, ranchos, haciendas, vecindades, cualquiera que sea el punto de reunión, en él habrá gusto y algarabía este 15 de Septiembre.
Sintretismo gastronómico
Lo que se encuentra en las mesas durante los días de Fiestas Mexicanas, es un conjunto y fusión de abundancia, sabores, aromas, colores, texturas, historia, mestizaje, tradición, rito, nacionalismo, estereotipos, valores, símbolos, identidad y cultura popular. Mezcla que en épocas post-revolucionarias, surge de la necesidad de crear una identidad nacional que agrupe a la mayor cantidad de personas posibles y las haga sentir como parte de un todo.
Desde la comida casera, pasando por los antojitos mexicanos, tamales, moles, mariscos, insectos, hasta dulces de convento, la gastronomía mexicana se puede decir, toma como raíz preparaciones y técnicas prehispánicas. Adopta ingredientes y métodos de tiempos de la Conquista. Se basa en el maíz, el frijol y el chile, pero se le da un pintoresco y divertido giro a manera de antojitos, sin dejar de mostrar detalles rancheros, para después ser purificada en conventos y reconstruida en tiempos de modernización nacional.
Patrimonio de la Humanidad
Semejante conjunto, proveniente de siglos atrás, en el cual convergen cientos de regiones en un reflejo de la gran diversidad de ingredientes y sabores, es excelente prueba del gran ingenio y picardía de su pueblo. Dada su diversidad, sabores e historia la Gastronomía Mexicana está catalogada por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, lo cual quiere decir que sus distintos platillos, encontrados en cualquier rincón del territorio nacional, ya sea restaurantes, mercados, fondas, puestos, carritos, o bien la comida casera, en media carretera, en taquerías, carretas, canastas y hieleras sobre bicicletas, son ahora considerados nada más y nada menos que patrimonio global del ser humano.
Se entiende entonces, que el alimento diario de cualquier mexicano es envidiado por el resto del mundo. Somos el perfecto ejemplo de "savoir vivre". Simple y sencillamente nosotros sí sabemos comer. Por lo tanto no es un error el hecho de ser un punto tan atractivo para el turismo nacional e internacional, puesto que al menos en el aspecto de "barrigas llenas y corazones contentos" somos de los mejores.
A partir de dicho razonamiento surge la inquietud de hacer un pacto con fuerzas superiores y pedir autorización para rondar de fiesta en fiesta la Noche de Independencia. Visitar puntos por toda la República Mexicana. Desde el extremo noroeste con sus carnes asadas y sus salsas, después bajar un poco y comer algún taco de mariscos, saltar por el noreste y deleitarse con preparaciones a la tampiqueña o un pequeño zacahuil de la región de la Huasteca. Algún machacado y una cerveza artesanal de tierras regias. Y así, ir bajando poco a poco, probar moles, tamales, mariscos, mezcales, tequilas, caldillos, dulces de membrillo, ates, quesos rancheros, platanitos, cocadas, pozoles, menudos, memelas, chapulines, pulque, pastes, sopas de lima, sopecitos, quesadillas, cochinita pibil, alambres, tlacoyos, gorditas, empanadas, cajetas, rompopes, machacas, en fin.
Esta vez, la inquietud debe volar fuera de la realidad. La esperanza nunca muere. Ya sea con la ayuda de Tláloc o Quetzalcóatl o de la Virgencita de Guadalupe, hay que lograr el cometido y ser por una noche, completamente Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.