El Mariachi
Tradición de origen incierto
Aunque inciertos, los orígenes del mariachi son muchos y variados, ya que hasta uno de los tradicionales sones en una de sus estrofas dice: “De Cocula es el mariachi, de Tecalitlán los sones....”
Pues hasta a nivel internacional se dice que la palabra proviene de la palabra francesa “marriage”, que significa matrimonio, pero que con el paso del tiempo se transformó.
Otra definición dice que fue en los estados de Jalisco y Michoacán donde se originó, dado que hay un árbol de madera blanca y porosa con la que se manufacturan las guitarras y guitarrones, lo que desmienten los artesanos de Paracho, en Michoacán, lugar de nacimiento de las guitarras.
Sin embargo, hay otra que es la más acertada y que muchos de los integrantes de los grupos musicales sostienen, en el sentido de que la palabra “mariachi” proviene de Cocula, Jalisco, donde, según el escritor Ramón Talavera menciona que:
“Coculán es un cerro al sur de Cocula donde se asentó la tribu coca en el siglo XVI. Ellos eran descendiente de los chimalhuacanos y a su vez de los nahoas. De ellos, se afirma que tenían tanto habilidades para la música como para imitar los sonidos que les parecían agradables. Y son a ellos, a esta tribu, a los que México les debe hoy que existan los ya famosos “Mariachis”.
Aunque cabe destacar que desde la conquista, al arribo de los frailes españoles, se percataron de la facilidad de los lugareños de Cocula para crear sonidos, de ahí que se apoyaron para la evangelización. El fraile Miguel de Bolonia, logró transformar antiguas melodías dedicadas a sus ancestrales deidades aztecas, en alabanzas a la Madre de Jesús y a San Miguel Arcángel y subrayó la idea de que la música era el lenguaje que Dios había decidió utilizar para comunicarse con ellos.
Así, los músicos Cocas transformaron no sólo sus propios ritmos autóctonos, sino que adoptaron instrumentos españoles como el violín y la guitarra. En rancherías cercanas a Cocula nacieron los “violines del cerro” e inventaron la vihuela con una concha de armadillo y luego el guitarrón con cuerdas de tripas de animales, instrumentos ya actualizados sin los cuales el mariachi que hoy escuchamos carecería de su sonido característico.
Con el paso del tiempo y hasta principios del siglo XX, la música de mariachi era menospreciada por la aristocracia, pero en 1905 las cosas cambiaron al considerarse al mariachi como un grupo pintoresco, digno de presentarse en foros citadinos.
Así, cuenta la leyenda, un grupo de mariachis fue llevado a cantar en un onomástico del presidente Porfirio Díaz. Las narraciones describen a este grupo vestido a la usanza de los hombres de campo y los instrumentos que llevaban en aquel entonces resumían aquellos con los que empezaron: violines, vihuelas y guitarrones.
Porfirio Díaz utilizó la música de mariachi para amenizar una fiesta ofrecida en honor del secretario de estado norteamericano Eliu Root. Se dice que este grupo vino ex profeso desde Guadalajara e interpretó sones y jarabes mientras dos charros acompañados por dos tapatías bailaron al compás de las arpas y de los violines. ¡Y algo importante! Se dice que ésta fue la primera vez que un “mariachi” se vistió del atuendo ya característico de charro.
Hoy en día, los “mariachis” interpretan sus melodías no sólo en México, sino en muchas ciudades del mundo, pues hasta en Estados Unidos, Japón e Italia, principalmente, se han constituido grupos de mariachis y han logrado acaparar el gusto del público más exigente.
Así que el origen del Mariachi no es un simple invento de una sola persona, es el producto de la cultura mestiza, religión y música la cual surgió desde los años 1500. Con la llegada de los conquistadores españoles también vino la religión cristiana junto con la música religiosa la cual produjo una combinación de la doctrina litúrgica con la música nativa.
Con respecto a la música, los historiadores mencionan que a lo largo de los siglos XVI y XVII la música popular española comenzó a florecer en las regiones de todo México, produciendo una mezcla de percusión mestiza y melodía. También el baile español en combinación con el baile nativo dio nacimiento a una nueva combinación rítmica, bailable y que también podía ser cantada: El fandango.
En el siglo XVI el Fandango se convirtió en un baile popular entre la gente del campo. Al pasar del tiempo, la palabra fandango adquirió un nuevo significado: las fiestas eran conocidas como fandangos. Era muy común para la gente de los pueblos decir: Vamos al fandango! "Vamos a la Fiesta!". Muy pronto el fandango adquirió el significado de orquesta y mariachi.
En el siglo XIX los mariachis comenzaron a florecer entre los estados de Nayarit, Jalisco, Guerrero, Michoacán y Colima. La guitarra, el arpa, la vihuela y el violín se convirtieron en los instrumentos principales que guiaron al mariachi hasta lo que es hoy.
Así, con todas sus riquezas es fácil imaginar por qué la música de mariachi ha crecido con tanta popularidad a lo largo de Norte América. Hoy en los Estados Unidos el mariachi existe como una forma común de música folklórica. El Mariachi continuará representando el orgullo cultural de México. Mexicanos, México-Americanos, y gente de origen no-hispano continuarán abrigando y nutriendo al Mariachi a través de su curso y evolución.
La imagen del mexicano vestido de mariachi ha sido el ícono mediático que nos representa. Sin embargo, aunque esta imagen nos identifica en todo el mundo es mucho menos conocido el origen del mariachi.
Ignacio Dávila Garibi propone que “mariachi” tiene aspecto de lengua coca, data de tiempo inmemorial y tuvo su cuna en Cocula, Zacoalco y otras poblaciones jaliscienses que formaron parte de la nación coca. Además, “mariachi” designa música típica, bulliciosa y alegre.
Tras la Revolución…
Voló el tiempo y la música parecía corrido en tiempos de la Revolución. El mariachi recuperó un poco de auge gracias a que llevaba noticias de uno a otro lado de México. En parte, de aquí viene el género ranchero. Los tiroteos, la muerte de los compadres, estar lejos de la mujer… También suena a mariachi.
Pero, ¿por qué la vestimenta?. La faena del campo está hermanada con este son: charro (“campesino”, originalmente en España) vino junto a sus artes (el jaripeo, los herraderos) a dar sentido de festividad, acompañada de música. Añadámosle el caballo arábigo/español al trabajador de la tierra, a quien laza las reses, a quien le da el nombre de la hacienda a las reses, a quien celebra su hacienda con bebida y mitote y tendremos al mariachi de hace años.
Cuando Lázaro Cárdenas subió al poder, se dio un auge magnífico: en su campaña presidencial, echó mano de las expresiones artísticas propias de la mexicanidad. Siendo así, el mariachi cobró, ya con sus galas (pues se presentaban ante círculos de poder), la fuerza y expresión que lo caracterizan.
Por lamentable que se escuche, con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el mariachi se popularizó tanto, que las disqueras le sacaron el jugo, lo vendieron al máximo, no se cansaron de exportarlo y de darle una imagen bastante falsa, muy distante de lo que antes, y como queda dicho, fue. Tanto así, que hoy y muchos días de ser jaliscienses, los vivimos escuchando al “Mariachi Loco” en voz de ciertos camiones expendedores de gas. Triste, pero cierto.
Para que el final no sea tan lamentable, el mariachi es de Tierra Caliente. Tan caliente está la tierra, que la música nos hace bailar y despegar los pies del suelo: festejar.